Les voy a contar la historia de una familia sencilla con un hijo bueno y trabajador. Los padres muy orgullosos le daban todo su amor. Un día en el trabajo un chico nuevo entró, con Mario hizo amistad y una buena relación. Y los fines de semana era un desmadre total. Entre copas y rayas blancas que a Mario le dio a probar. Él le fue tomando gusto a algo que no conocía, y empezaron los problemas del trabajo y la familia. La madre le preguntaba: “Hijo, ¿qué te está pasando, que no vas a trabajar?. Tienes muy mala cara. No estarás tomando droga. Hijo, dime toda la verdad”. “Madre, es algo que me estremece, que me hace superior. Es como un caballo blanco que empieza a galopar y cuanto más voy tomando más sensaciones me da”. | La madre muy preocupada A su esposo comentó y él así le contestaba: “El niño ya se ha hecho un hombre no tengas tanto temor, que si va por mal camino le llamarán la atención”. Cuanto sufrían esos padres. Qué dolor en su interior. Se pasaban días hablándole con cariño y con amor. Y el hijo así les decía: “Es tarde para dejar la droga. Ya no tengo solución. Noto cómo me voy apagando pero aún me quedan fuerzas para pedios perdón. Se que a mi padre y a ti os he roto el corazón”. Y llegó por fin el día con un triste final. Y estando ya en su agonía y casi sin poder hablar, a su madre le decía: “Madre, dame las dos manos, y ayúdame a bajar, que este caballo blanco, no galopará jamás”. |
12 de octubre de 2010
Caballo Blanco por Rosi
10 de octubre de 2010
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