12 de octubre de 2010

Caballo Blanco por Rosi

Caballo Blanco

Les voy a contar la historia
de una familia sencilla
con un hijo bueno y trabajador.
Los padres muy orgullosos
le daban todo su amor.

Un día en el trabajo
un chico nuevo entró,
con Mario hizo amistad
y una buena relación.

Y los fines de semana
era un desmadre total.
Entre copas y rayas blancas
que a Mario le dio a probar.

Él le fue tomando gusto
a algo que no conocía,
y empezaron los problemas
del trabajo y la familia.

La madre le preguntaba:
“Hijo, ¿qué te está pasando,
que no vas a trabajar?.
Tienes muy mala cara.
No estarás tomando droga.
Hijo, dime toda la verdad”.

“Madre, es algo que me estremece,
que me hace superior.
Es como un caballo blanco
que empieza a galopar
y cuanto más voy tomando
más sensaciones me da”.



La madre muy preocupada
A su esposo comentó
y él así le contestaba:
“El niño ya se ha hecho un hombre
no tengas tanto temor,
que si va por mal camino
le llamarán la atención”.

Cuanto sufrían esos padres.
Qué dolor en su interior.
Se pasaban días hablándole
con cariño y con amor.

Y el hijo así les decía:
“Es tarde para dejar la droga.
Ya no tengo solución.
Noto cómo me voy apagando
pero aún me quedan fuerzas
para pedios perdón.
Se que a mi padre y a ti
os he roto el corazón”.

Y llegó por fin el día
con un triste final.
Y estando ya en su agonía
y casi sin poder hablar,
a su madre le decía:
“Madre, dame las dos manos,
y ayúdame a bajar,
que este caballo blanco,
no galopará jamás”.