28 de febrero de 2010

Canto a la Virgen de las Virtudes

Canto a la Virgen de las Virtudes
Patrona de Santa Cruz de Mudela


Virgen nuestra, dulce Madre,
tu pueblo, a tus pies rendido,
amante y agradecido,
te canta en unión cordial…
eres luz de nuestra vida,
fuente de santos amores,
consuelo en nuestros dolores
y refugio en todo mal.


Cantemos con ferviente y tierno acento,
ardiendo el alma en gratitud y amor,
a la Virgen bendita en cuyos ojos
la luz bebemos del divino Sol.
¡Virgen de las Virtudes, Reina nuestra!,
imán de nuestro amante corazón,
tu manto, pabellón de nuestra cuna,
jamás su augusta sombra nos negó.

Virgen nuestra, dulce Madre,
tu pueblo, a tus pies rendido,
amante y agradecido,
te canta en unión cordial…
eres luz de nuestra vida,
fuente de santos amores,
consuelo en nuestros dolores
y refugio en todo mal.


Tus glorias, tus carismas, tus fervores
engastados en mística canción,
vibren siempre en las lenguas de tus hijos,
rimando trovas de encendido amor.
Es tu armonioso nombre, miel del cielo;
Tu amor, agrado escudo que nos guarda,
y fuente de piedad, tu inspiración.

Virgen nuestra, dulce Madre,
tu pueblo, a tus pies rendido,
amante y agradecido,
te canta en unión cordial…
eres luz de nuestra vida,
fuente de santos amores,
consuelo en nuestros dolores
y refugio en todo mal.

Poesía en honor a Nuestra Señora de las Virtudes.

Poesía en honor a Nuestra Señora de las Virtudes.
A la Santísima Virgen de las Virtudes (Patrona de la villa de Santa Cruz de Mudela)

¿Quién eres, visión divina,
que a mis amores acudes,
casta luz que me ilumina?
¡La Virgen de las Virtudes!

Como una rosa del valle,
como un destello de luz,
no hay alma que no te halle
cuando llega a Santa Cruz.

Tanto atrae tu decoro,
tanto el pecho por ti anhela,
que eres vellocino de oro
de los campos de Mudela.

Yo te he visto, madre mía
entre luces y entre flores,
contemplando el ansia mía
del pueblo de tus amores.

Y hay en esas ansias locas
muestras tan apasionadas
que tus flores son sus bocas
y tus luces sus miradas.

Que ni la flor embalsama,
ni presta calor el cirio,
como el corazón que te ama
con espasmos de delirio.

¡Como las almas creyentes
te dicen dichas y penas!
No hay para ti indiferentes,
para ti todas son buenas

Siempre tu piedad bendita
da de su amor alto ejemplo.
Si vas al campo, en tu Ermita
si vas al pueblo en tu templo.

Allí con los ojos fijos,
que el llanto de amor blasona.
Todos tus amantes hijos
te llaman madre y patrona.

Y en los hervores del pecho,
que por ti se agita tanto,
todo su amor satisfecho
te brindo todo su llanto.

Ufanos y sin enojos,
te repiten con ternura:
“vuelve a nosotros tus ojos,
Míranos, vida y dulzura”

Madre, cuando tú les miras,
toda la luz de los cielos,
según que los ojos giras,
cae en forma de consuelo.

Con esa divina luz
limpia penas e inquietudes,
del pueblo de Santa Cruz
¡oh!, Virgen de las Virtudes.





A nuestra Excelsa Patrona

A nuestra Excelsa Patrona

A una legua, poco más
de Santa Cruz de Mudela,
se alza alegre un Santuario,
rodeado de alamedas.

Su belleza nos encanta,
su alegría nos seduce,
porque allí tiene su Ermita
la Virgen de las Virtudes.

En hermoso y regio Altar,
adornado con primor,
recibe todos los días
las pruebas de nuestro amor.

Todos le piden humildes
su gracia y su protección,
y le ofrecen reverentes
su rendido corazón.

A diario llegan coches,
carros y caballerías,
llenos de gente que vienen
en alegre romería.

Aparece este lugar
cual horizonte sin nubes,
y es que está allí, en el Altar,
la Virgen de las Virtudes.

Virgen que su pueblo adora,
Virgen más pura que el sol,
más hermosa que la aurora,
¡Santa como el mismo Dios!

Tiene la Reina del Cielo
un hermoso camarín
y muy cerca de la Ermita
un perfumado jardín.

Que se riega y fertiliza
con el agua del Pilar,
que es buena y es exquisita,
de abundante manantial.

Cuando el cantor ruiseñor
saluda a la primavera
brotan rosas y jazmines
nardos, lirios y azucenas.

Y en esta estación del año
en que surge la alegría,
no queda un santacruceño
sin saludar a María.





Hoy duermo en silencio

Hoy duermo en silencio
Hoy duermo en silencio, hoy lloro en soledad, marcas que sellaron mi vida y hoy aún me embargan en la tristeza. Realmente, ¿cuándo hemos sido muñecos rotos de la vida?

Cuando yo era pequeña tenía mucha soledad, pues estaba sola, no tenía hermanos con quién jugar. Mi madre no quería que saliese a la calle para jugar con los niños de mi barrio, y día a día lloraba en soledad. Cuando todos jugaban, yo en mi cuarto estaba en silencio pensando por qué no podía jugar como cualquier niño.

Marcas que sellaron mi vida porque fui creciendo y todo fue siendo igual, la única diferencia era que iba al colegio y allí, en tiempo de recreo, podía jugar con mis compañeros de clase, pero a la vuelta del colegio mi vida seguía igual, mis amigas iban a llamarme para que saliese con ellas pero mi madre les decía que tenía que hacer la tarea y no podía salir. Así que yo sin replicar a mi cuarto me pasaba, allí llorando en silencio mis trabajos bien hacía.

Así continué creciendo pero la alegría en mi caso no llegaba. Quería divertirme y mi madre no me dejaba. Entonces pensaba:
- “Parezco un muñeco roto que a nadie le importa nada”.

Veía a las otras niñas que en la calle ellas jugaban y me decía:
- “Los muñecos de esas niñas que en sus carritos pasean son más felices que yo, aunque de verdad no sean, los llevan en sus carritos, los pasean por las calles y jardines, las niñas felices son, están alegres no tristes, no lloran en soledad, la tristeza no conocen, sueñan con sus compañeras que de viaje. Se van llevando a sus hijitos para poder disfrutar, y yo me pregunto, ¿por qué no puedo hacer lo que ellas si una niña mala no soy?”

Entonces me puse a pensar, muchas marcas sellaron mi vida pues eso se puede arreglar. Todas mis compañeras tienen hermanos y felices son, entonces pregunté a mi madre que por qué sola yo era y me respondió que hermanos no venían, el por qué ella no sabía.

Cuando llegó a los cuarenta, un día me llamó y me dijo. Ya puedes ponerte alegre, vas a tener un hermano, pues ya podrás ir al parque y así con tus amigas te juntarás para tu hermano poder pasear, pues ya tienes diecisiete años y bien lo podrás criar, así que por unas cosas y por otras siempre he sido un muñeco que han hecho conmigo lo que han querido.

Cuando ya fui mayor, me dije a mí misma:
- “Si llegase a casarme, que eso lo veo muy lejano, jamás tendré un hijo solo. No quiero que pase lo que yo he pasado”.

Por fin mi sueño se cumplió. Me casé y tengo tres hijos estupendos, que se han criado muy bien, y se llevan de maravilla. Pues ahora al ver a mis hijos me doy cuenta el por qué mi madre a mí tanto me protegía, pues me tenía a mí sola y si me pasaba algo ella cargaría con las culpas.

Así que a Dios le doy gracias por los padres que me dio y por esos tres hijos tan buenos que aún siendo mayores y estando ya colocados, aunque algunos estén un poco lejos, los llevo en mi corazón.

Por eso todos los días al levantarme elevo los ojos al cielo a darle gracias al Señor, para que los proteja siempre de las malas compañías, que los tres se quieran siempre auque muy lejos estén. Siempre habrá un poco tiempo para recordar la niñez de esos tres buenos hermanos y que sigan los consejos que los padres les han dado y de ellos recogeremos los frutos que hemos sembrado.

13 de febrero de 2010

Lo desconocido

Lo desconocido
Lo desconocido asusta al riachuelo del río. A veces, del retroceso del miedo, cuando la puesta del Sol se esconde, la duda aflora en nuestras mentes. Hablemos de lo real y lo desconocido. En mi vida, ¿afronto el escalón a lo desconocido o me quedo en un segundo plano?

Esta vida para mí siempre ha sido y sigue siendo un mar de dudas cuando tengo que hacer algo que desconozco. Tengo miedo a que me salga mal, a fracasar, por eso cualquier cosa que tengo que decidir por sí sola me cuesta un trabajo inmenso.

Cuando falleció mi madre, me ahogaba en un vaso de agua. Me vinieron un montón de problemas encima. De lo mucho que tenía que afrontar no veía la salida. Me quedó un padre joven, un niño pequeño, un despacho en casa, una venta en el mercado y dos casas para llevar. No sabía por dónde empezar. Aunque no tenía tiempo para darme cuenta de lo que tenía a mi cargo.

Me costó mucho subir este escalon que la vida me preparaba, pero a pesar de todo, por fin salimos adelante. Pero aún así, pienso mucho cuando tengo que decidir algo por mí misma. Lo pienso una vez y otra hasta que me decido. Soy un molino. Pienso, ¿lo haré bien? ¿Me saldrá todo como yo deseo? Lo veo todo tan difícil que pienso en tirar la toalla y que siga otro por mí.

Cuando era joven todo me lo resolvían. No tenía que preocuparme por nada y luego, cuando tuve que afrontar la realidad, todo era un mar de dudas. Pero en fin, todo hasta ahora nos esta saliendo bien. A pesar de mucho trabajo, por fin rompí la barrera de lo desconocido y entré en la realidad. Piensas que si tú no solucionas los problemas lo tienes dificil, asi que hay que espabilar, tomar decisiones, saltar la barrera de lo desconocido y verás con claridad la puesta de Sol.

Influencias

Influencias
¿Somos realmente personas que nos dejamos influenciar por los demás? ¿Quién soy?

Me preguntas que quién soy, si me dejo influenciar por los demás. Pues no sé, alguna vez me habrá pasado, por que nadie somos perfectos, pero normalmente, yo me lo guiso y yo me lo como, pues soy así y nadie me dice lo que tengo que hacer.

Cuando tengo algo en mente lo hago y punto. No quiero influencias de nadie. Lo que haga, que sea por mis propios méritos.

Hay muchas personas que se dejan influenciar por los demás. Eso lo tienen por costumbre y sin esas personas no son nadie, No saben vivir de otra forma.Yo no soy así. Cuando tengo algo que hacer que no esperaba, por la noche consulto con la almohada y al día siguiente lo hago y me quito un peso de encima.

Profe, vaya tema que me has puesto. Qué a gusto te habrás quedado. A ver qué te pongo en este trabajo. Si yo influencias no tengo. Sólo tengo unos amigos que son la mar de estupendos y unos compañeros geniales, un profesor que es un encanto, aunque alguien no esté de acuerdo.

En la clase me lo paso pipa. ¿Para qué quiero influencias de nadie, si con la gente que estoy soy feliz como nadie? Salimos a pasear y también vamos al campo. Todos estamos alegres. Así pasamos los días, pues ya estamos jubilados y con nuestras pequeñas pensiones no veas lo que disfrutamos. Uno lleva una tortilla, otro lleva un poco pisto con un conejillo frito, el otro lleva la bebida. También hacemos gachas y otro día comemos migas y nos lo pasamos en grande.Casi siempre somos ocho. Postre nunca nos falta: hay melones y sandias y tambien arboles frutales. Hambre nunca pasamos en esa pequeña huerta que a tantas personas acoje.

Tenemos muchos amigos y todos nos apreciamos. Cuando el tiempo está nublado a la casa nos pasamos, jugamos al parchis, a las cartas y a los dados. Así pasamos el día. Nos contamos cuatro chistes. ¿Para qué nos vamos a influenciar de nadie si así somos muy felices?

Que hace calor, a la alberca nos tiramos, pues el agua está muy fresca y si a alguno nos da sueño, allí nos espabilamos, pues el agua no se calienta.

Estáis todos invitados por si algun día queréis venir. Esta huerta acoje a todo el mundo con cariño y alegría. No se necesitan influencias de nadie. La puerta tenéis abierta. Os lo digo de corazón. Si nos ponemos de acuerdo para un día ir a comer, os recibirán con cariño. Si contentos todos quedáis, la puerta tendréis abierta para si volver deseáis.

El niño con el pijama de rayas

El niño con el pijama de rayas
¿Cómo se ideó la aventura final?

Era la historia de dos niños totalmente distintos que no se conocían de nada pero pasado algún tiempo se conocieron y se hicieron amigos. Todos los días se juntaban y se contaban cosas separados por una alambrada. No podían jugar porque la alambrada se lo impedía. Uno iba bien vestido el otro vestía un pijama de rayas.

Bruno era el bien vestido. Siempre le llevaba algo de comer a su amigo. Un día, cuando fue al sitio donde se juntaban, se dio cuenta que el niño allí no estaba. Se esperó un rato por ver si llegaba. Estaba a punto de irse cuando lejos, a su amigo vio. Cuando el niño llegó a él, vio que la tristeza brillaba en su cara. Entonces Bruno dijo a su amigo:
- “Pensaba que ya no vendrías”.
- “Lo siento”, dijo Samuel. “Es que ha pasado una cosa. Mi padre no lo encontramos. Salió el otro día a hacer su trabajo con otros cuantos hombres y ninguno ha regresado todavía”
Entonces Bruno dijo:
- “Qué raro. A lo mejor esta un poco lejos y tienen que dormir allí. Desde luego este sitio no es ninguna maravilla. Verás como no tarda en aparecer”
Samuel contestó al amigo:
- “Ojalá venga pronto. Si no, no sé qué vamos a hacer sin él.
Entonces dijo Bruno si quería que su padre le ayudase.
Samuel le contestó que no era una buena idea. Que los soldados los odiaban.

Un día vio el niño al padre de Bruno y se preguntaba como ese hombre podía tener un hijo tan simpático y cariñoso.
Bruno le dijo que él también tenía que decirle algo. Entonces el niño se puso alegre:
- “Cuéntame qué sorpresa me tienes”.
El amigo contestó:
- “Nos vamos para Berlín, pues a mi madre no le gusta este sitio para criar a dos niños”
- “¿Entonces os vais para siempre?”
Bruno le dijo que sí.
El amigo entristeció:
- “Ya no nos veremos jamás”.
Bruno dijo:
- “Cuando vayas de vacaciones a Berlín, podrás estar conmigo en mi casa todo el tiempo que quieras. Voy a ayudarte a buscar a tu padre”.
El amigo dijo entonces que necesitaría un pijama de rayas y tendría que cruzar la alambrada.
Bruno dijo que cruzaría, que eso a él no le importaba.
- “Pues quedamos mañana en este mismo sitio y un pijama te traeré. Los tienen en una habitación. Cogeré uno de mi talla para que te lo pongas, pues aquí todos vamos igual vestidos”.

Al día siguiente, cuando se levantó fue derecho a la ventana. Al asomarse vio como diluviaba. Entonces pensó que no podía ir a investigar, que es lo que él quería, pero pasada ya la mañana, la lluvia dio un respiro. Entonces el sol salió y el niño contento se alegró al poder ver a su amigo. Se puso unas botas altas, se vistió y cuando vio que no había soldados en la calle, aprovechó y fue en busca de su amigo. Las calles estaban llenas de barro y las botas se atascaban, aunque con mucho trabajo por fin llegó, Su amigo ya lo esperaba. Entonces el amigo le dio el pijama.
- “Toma, póntelo”, le dijo. “Pero tienes que quitarte las botas para que no te conozcan”.
Bruno dudo un instante pero al final se las quitó y allí, junto a la ropa, el niño las botas dejó. Cruzó luego la alambrada y contento el iba para ver las cabañas y a muchos niños que jugando estaban. También pensaba ver tiendas y a los hombres hechos corrillos para charlar unos con otros y contarse algunos cuentos. Como cuando estaba en Berlín todo eso se veía por las calles, tal fue su desilusión cuando vio que allí no existía. Entonces le dijo a su amigo que aquello no le gustaba.
- “A mi tampoco”, el amigo contestaba.
De pronto sintieron tiros y a los hombres que gritaban. Empezó a llover muy fuerte. Vieron cómo los soldados a los hombres empujaban. Ellos, como eran pequeños, entre medias se pusieron. Los metieron en una nave muy grande y les cerraron la puerta. Bruno pensaba que los metieron allí para que no se mojaran. Todo estaba muy oscuro pues no se veía nada. Bruno dijo a Samuel:
- “Eres el mejor amigo que tengo, cojámonos las manos y nunca las soltaremos”.
Y así fue como lo hicieron.

Después de todo aquello, nada se volvió a saber de Bruno. Los soldados buscaron por todos sitios pero nada encontraron. Sólo, junto a la alambrada, la ropa y las botas que Bruno había dejado. El soldado no tocó nada y al comandante fue a buscar. El padre no se explicaba lo que allí había pasado. El hijo desapareció como si la tierra se lo hubiese tragado. Allí sólo estaba la ropa y las botas que Bruno dejó.

La madre no regresó a Berlín tan pronto como ella pensaba. Se quedó allí otros meses por ver si había noticias de Bruno, pero de pronto algo vino a su pensamiento. ¿Y si Bruno se hubiese ido a Berlín? La madre hasta allí marchó. Cuando llegó a su casa, allí tampoco estaba el niño. La hermana también se fue a Berlín y allí mucho lloraba no por las muñecas que dejó, sino por su hermano que de él mucho se acordaba.

El padre se quedó en Auchviz un año más y se ganó la antipatía de los otros soldados a quienes trataba sin piedad. Volvió otra vez a la alambrada y entonces se dio cuenta que había un trozo levantado por donde podía pasar un niño. El padre notó que las piernas le fallaban y se sentó en el suelo con las piernas cruzadas, igual que lo hacía su hijo.

A los cuantos meses llegaron otros soldados y le ordenaron que los acompañaran y el se fue sin protestar, pues ya nada le importaba de lo que pudiesen hacerle.

Así terminó la historia de Bruno y su familia. Todo esto pasó hace mucho tiempo y nunca debería volver a pasar nada parecido. Hoy no.

El hombre que subió a la Luna

El hombre que subió a la Luna
Hace ya cuarenta años, que el hombre a la Luna subió. Abrió la compuerta del módulo y vimos en televisión el rostro del comandante Neil Armstrong en un grande mar de arena, pero se veía tranquilo. Abajo había millones de miradas que apuntaban hacia el cielo, entre ellas la de los españoles que, sentadas frente el televisor, esperaban noticias de tal acontecimiento, tal como un veinte de julio de 1969. En ese día, los españoles fueron capaces de soñar y emocionarse.

La transmisión la hizo un joven Jesús Hermida, hijo de unos padres humildes, siendo primer corresponsal de RTVE en Estados Unidos. Cuando descendió por la escalera el norteamericano. Allí fue el gran salto a la fama para Jesús Hermida, a las dos horas y cincuenta y seis minutos de la madrugada, el éxito fue tal que nosotros mismos creímos que fuese uno de los que formaban parte de la tripulación del Apolo 21. La noticia que dio fue de tal magnitud que no le hacía falta salir en televisión para cultivar su fama, pues de eso se encargaban Martes y Trece que lo hacían de maravilla y lo imitaban como nadie.

Así fue como un chico joven llegó a Madrid para buscarse la vida y tuvo suerte. Desde entonces es conocido en todo el mundo por ser un buen periodista, pues hace bien su trabajo.

Así que a partir del lunes, la primera emitirá el especial regreso a la Luna, que será la vuelta de Jesús Hermida para recordar aquel momento único.

El periodista dio la noticia desde Cabo Cañaveral. Tenía entonces treinta y dos años. No estará solo. Le acompañarán invitados de varias generaciones, los que vivieron el suceso y los que eran unos niños.

Aquí termina la historia de este formidable chico que yendo a Madrid a buscar trabajo y marchar a Estados Unidos, tuvo suerte y allí encontró su camino.

6 de febrero de 2010

¿Cuál es el boleto de la lotería de nuestra vida?

¿Cuál es el boleto de la lotería de nuestra vida?
Bueno pues mi boleto de la lotería fue uno de los premios gordos. Desde muy pequeña por suerte o desgracia empecé a disfrutarlo. Mi madre con cuarenta años se puso enferma, con la mala suerte que no tenía tratamiento, sólo podía ser un transplante de riñón o diálisis, que por entonces todo esto no existía. En ese tiempo se quedó embarazada, pues yo tenía ya diecisiete años así que otro cargo más.

Como allá tenía la venta en el mercado, pues tuve yo que criar a mi hermano. Cuando tenía diez años, mi madre murió. Así que ese año me volvió a tocar otra vez el boleto. Luego me casé y tuve que llevarme a mi padre y a mi hermano. Como el trabajo de mi padre era en la huerta también me quedó el despacho en el mercado.

Luego fueron naciendo mis hijos hasta juntarnos siete en casa, pero después de todo hay que dar gracias a Dios. Pues después todo se arregla, y así fue pasando el tiempo. Pasados unos años mi hermano se casó, y mi padre se iba haciendo mayor, hasta que hace unos años, como es ley de vida, también murió.

Mis hijos se hicieron mayores y sus estudios terminaron. Éste fue un décimo distinto al otro. Por suerte hoy se encuentran colocados, trabajan con alegría, y en lo que ellos han estudiado.

La mayor no quiso estudios y hoy está muy contenta, pues ella se casó y tiene dos niñas muy buenas. Les gusta mucho el colegio y sacan unas notas estupendas.

Mi marido hace un año que se jubiló. Podemos hacer lo que queramos: viajamos, nos vamos con los amigos al campo, hacemos excursiones, pues es lo que yo siempre he soñado. Así que, aunque el gordo me tocó siendo una niña, ahora parece que todo está cambiando.

Pero hay que darse prisa para poder disfrutar, que la vida es muy corta y llevamos ya mucho camino andado. Pues el tiempo que nos queda, tenemos que disfrutarlo, sin recordar nunca los malos tiempos pasados.

Cosas que hemos recibido y que me gustaría recibir

Cosas que hemos recibido y que me gustaría recibir
Hoy regalo sueños a la luz de la luna, hoy colecciono estrellas de luz, sueños de libertad, hoy doy y quizá recibo…

Hoy hace unos cuantos años que me regalaron mis sueños que yo tanto deseaba. Mis sueños eran formar una familia, tener unos cuantos hijos, criarlos con amor, verlos crecer con alegría y con cariño. Eso me lo concedieron pero, por enfermedad, mis sueños a medias se cumplieron. Pero a pesar de todo, las estrellas yo daría si alcanzarlas yo pudiera.

También di mucha compañía y ayudé a los demás sin que ellos me lo pidieran. Crié a un niño pequeño que sin madre se quedó cuando más falta le hacía. Pues yo recién casada estaba y a pesar de tener algo que yo deseaba, no pensé en recibir nada a cambio y, sin pensarlo dos veces, a su casa nos marchamos. Allí estuvimos seis años y nació mi primera hija. ¡Cuántas alegrías nos dio!, pues ese niño pequeño una hermana se encontró.

Pasaron luego los años y el padre se jubiló. A mi casa los llevamos y allí nacieron otros dos niños que entre ellos se criaron, y me pagaron con creces todo lo que les ayudamos. Los niños fueron creciendo y al colegio los llevaba, ese abuelo tan feliz que tantas gracias nos daba, por haber criado a su hijo, y acogerlos en mi casa.

Cuantas veces por la noche al patio yo me salía para contemplar la luna y las estrellas que brillaban, para dar gracias a Dios por las cosas que me daba.

El pequeño ya creció y una casa le compramos para que formase una familia y al año ya lo casamos. Cuando el padre vio a su hijo ya casado no dejaba de darnos las gracias por habérselo criado, con tanto sacrificio y sin pedir nada a cambio. Yo le dije:
- “Padre, no me des las gracias, que no tienes por qué. Hemos hecho lo correcto. Pues de ti hemos recibido mucho más que te hemos dado. Pues cuando te necesitamos te hemos tenido a nuestro lado. Así que por estas cosas y otras cuatrocientas más estamos todos felices pese a la falta de mamá”.

El padre se hizo mayor, los nietos se fueron a estudiar, y a Dios le daba las gracias cuando los veía llegar todos los fines de semana. La única pena que tengo es que no pudo ver a sus nietos con la carrera terminada y encontrarse colocados con las alegrías que les daban.

Por eso siempre hay que dar gracias a Dios por las cosas que nos pasen ya sean buenas o malas. Tú, ayuda todo lo que puedas sin pedir nada a cambio y entonces recibirás cosas buenas sin haberlas tu esperado. Pues si hoy das, mañana con creces recibirás.

Derrota

Derrota
¿Cuál ha sido mi mayor derrota en la vida que haya convertido en alegría?

Pues mi derrota fue cuando supe que estaba embarazada de mi hijo el pequeño. Me sentó muy mal. Tenía treinta y siete años y sólo pensaba que era muy mayor y el niño podía nacer mal. Pues en casa éramos ya seis y no tenía madre ni hermanas a quién pedir un poco de ayuda. Fue como si me hubiesen echado agua hirviendo. No tenia ganas de salir, ni de ver a nadie.

Así estuve hasta que por fin llegó el día que el niño nació y vi que estaba perfecto. Entonces la depresión se marchó y la alegría volvió a la casa. Pues la mayor tenía diez años y algo me ayudaba. Lo sacaba por las tardes un poco a pasear y mientras preparaba la cena, ella le daba la papilla y lo acostaba., pues en casa éramos ya siete. Pero a pesar de todo, hoy estoy muy contenta y hoy doy gracias a Dios por habérmelo dado. Pues ya tenía tres, pero el pequeño es quien conmigo más ha estado. Todos ellos son mayores y fuera están trabajando. El pequeño viene todas las semanas pues vive en un pueblo cercano.

Así fue como mi derrota llegó, pero pronto la olvidaba, cuando miraba a ese niño que tantas alegrías nos daba.

Hola amigo

Hola amigo
Dos personas que se miran a los ojos. Silencio... que hable el corazón.

Un día yendo al baile me encontré con muchos amigos, pero uno en particular llamado Ángel. Hicimos mucha amistad. Cuando salimos del baile junto con otra pareja, nos fuimos juntos al restaurante. Allí charlamos un rato, nos tomamos un café, otros una manzanilla, cada uno lo que le apetecía.

Ángel es un hombre bueno, cariñoso, amable, si tiene que hacerte un favor, allí está él para lo que necesites, es amigo de sus amigos, es un hombre generoso, tiene una esposa estupenda y dos hijas maravillosas.

La pequeña fue al instituto con mi hijo pequeño, y son muy buenos amigos. Aunque no trabajan en el pueblo siempre que vienen, les da mucha alegría poder saludarse y contarse sus cosas como dos jóvenes que son.

La mayor es también muy cariñosa y canta copla divinamente. Hace un mes más o menos cantó en la plaza del pueblo. Fue una actuación muy bonita. La plaza estaba llena y todo el mundo aplaudía, pues esta chica en el pueblo es muy querida. Se parece a sus padres, es amable con todo el mundo y muy cariñosa. Siempre que la mires, verás la sonrisa en su cara. Hace poco tiempo esta chica se casó. Los padres son felices viendo a su hija que también lo es. Aunque no vive en el pueblo se ven muy a menudo, pues los pueblos están cerca y hay muy buena carretera. Ángel no es del pueblo, pero lleva muchos años aquí, asi que para Santa Cruz es como un hijo más.

Este verano nos fuimos un día a la huerta de una amiga y pasamos un buen día. Nos lo hizo estupendo, a la sombra de los árboles se pasa de maravilla. Allí comimos, contamos cuatro chistes y nos lo pasamos muy bien. Que hace calor, a la alberca, que hace frío, a la cocina, con una buena lumbre y así pasamos el día. Asamos unas chuletas y también hicimos migas, hicimos unos aperitivos y también asamos sardinas y así pasamos el día en la huerta de esta amiga.