6 de febrero de 2010

Cosas que hemos recibido y que me gustaría recibir

Cosas que hemos recibido y que me gustaría recibir
Hoy regalo sueños a la luz de la luna, hoy colecciono estrellas de luz, sueños de libertad, hoy doy y quizá recibo…

Hoy hace unos cuantos años que me regalaron mis sueños que yo tanto deseaba. Mis sueños eran formar una familia, tener unos cuantos hijos, criarlos con amor, verlos crecer con alegría y con cariño. Eso me lo concedieron pero, por enfermedad, mis sueños a medias se cumplieron. Pero a pesar de todo, las estrellas yo daría si alcanzarlas yo pudiera.

También di mucha compañía y ayudé a los demás sin que ellos me lo pidieran. Crié a un niño pequeño que sin madre se quedó cuando más falta le hacía. Pues yo recién casada estaba y a pesar de tener algo que yo deseaba, no pensé en recibir nada a cambio y, sin pensarlo dos veces, a su casa nos marchamos. Allí estuvimos seis años y nació mi primera hija. ¡Cuántas alegrías nos dio!, pues ese niño pequeño una hermana se encontró.

Pasaron luego los años y el padre se jubiló. A mi casa los llevamos y allí nacieron otros dos niños que entre ellos se criaron, y me pagaron con creces todo lo que les ayudamos. Los niños fueron creciendo y al colegio los llevaba, ese abuelo tan feliz que tantas gracias nos daba, por haber criado a su hijo, y acogerlos en mi casa.

Cuantas veces por la noche al patio yo me salía para contemplar la luna y las estrellas que brillaban, para dar gracias a Dios por las cosas que me daba.

El pequeño ya creció y una casa le compramos para que formase una familia y al año ya lo casamos. Cuando el padre vio a su hijo ya casado no dejaba de darnos las gracias por habérselo criado, con tanto sacrificio y sin pedir nada a cambio. Yo le dije:
- “Padre, no me des las gracias, que no tienes por qué. Hemos hecho lo correcto. Pues de ti hemos recibido mucho más que te hemos dado. Pues cuando te necesitamos te hemos tenido a nuestro lado. Así que por estas cosas y otras cuatrocientas más estamos todos felices pese a la falta de mamá”.

El padre se hizo mayor, los nietos se fueron a estudiar, y a Dios le daba las gracias cuando los veía llegar todos los fines de semana. La única pena que tengo es que no pudo ver a sus nietos con la carrera terminada y encontrarse colocados con las alegrías que les daban.

Por eso siempre hay que dar gracias a Dios por las cosas que nos pasen ya sean buenas o malas. Tú, ayuda todo lo que puedas sin pedir nada a cambio y entonces recibirás cosas buenas sin haberlas tu esperado. Pues si hoy das, mañana con creces recibirás.

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