12 de diciembre de 2009

Apariencias...

Apariencias...
Hoy me escondo en la puerta de la oscuridad del qué dirán, de una palabra que daña el corazón, de una mirada que juzga sin entender que mi interior sufre en el silencio de personajes que se creen altivos de la verdad y son esclavos de su propia mentira y yo me pregunto, ¿somos lo que aparentamos o juzgamos desde la ignorancia del no saber al juzgar?.

Hoy no sé cómo empezar mi trabajo pues es un poco difícil el juzgar sin conocer a la persona de la que te gustaría decir cosas, sin saber si está bien o mal. Primero, no hay que juzgar sin conocer. Segundo, cada persona es un mundo y, tercero, nunca debes de juzgar a nadie creyéndote tú mucho más galante y superior a ella, pues muchas veces no somos lo que aparentamos, juzgamos desde la ignorancia y a veces se puede hacer mucho daño. Hay personas que por hacer mal, hablan sin ton ni son y así viven disfrutando.

Hay personas muy tímidas y buenas que por no hacer mal a nadie sufren mucho. Esas personas piensan que las tienen por tontas y bobas, pues nada de eso es así cuando hablas con ellas. Entonces te das cuenta de la buena persona que es.

Cuando íbamos al colegio, de todas estábamos: tímidas, niñas sabelotodo, otras bastante listillas, que por cierto, esas eran las que menos sabían pero se las daban de sabias. Sin embargo, las tímidas eran súper listas, las tareas llevaban perfectas, si alguna compañera algo necesitaba, allí ellas eran las primeras, eran súper silenciosas y siempre sacaban muy buenas notas. Mientras las sabelotodo aprobaban por los pelos, con esas miradas que echaban sin entender que una persona puede sufrir en silencio y hacer daño a su corazón.

Todas estas personas son esclavas de su propia mentira. Por eso, antes de juzgar, debemos conocer los pensamientos, cariño, agrado, sentimientos y obras de esa persona que nosotros queremos juzgar. Porque si no es así, te puedes llevar una buena sorpresa y quedar tú como una ignorante al no saber bien juzgar a todas estas personas. Les pasa como siempre, dice el refrán: “el que más habla es el que más tiene que callar”, pues la mayoría de las personas no somos lo que aparentamos.

Juzgamos sin saber lo que decimos auque luego nos pese y ya no tenga remedio de las palabras que dijiste y tanto daño han hecho. Por eso, antes de decir algo que pueda dañar, piénsalo bien antes de decirlo. Pues luego no hay marcha atrás y quedas muy mal parado. Así que piensa, medita, y mide muy bien las palabras de lo que vas a decir. Si las ves correctas, entonces con cariño y alegría, a esa persona dirás. Quedarás como un señor. Entonces ese chico será tu mejor amigo para toda la vida y él nunca te dejará. Siempre te hablará con agrado, su casa te abrirá y te dirá con cariño: “¡Gracias amigo!”

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