24 de enero de 2010

Silencio... dejemos que hable el corazón

Silencio... dejemos que hable el corazón
Hola, voy a contaros la historia de una niña nacida en 1945 en una familia humilde.

Era hija única. Tenía muchas ilusiones, una de ellas era tener muchas amigas. Como no tenía hermanos, sus padres no la dejaban salir. La tenían muy protegida.

Cuando la niña fue creciendo quería volar, salir como cualquier niña, ir al cine y al teatro, en feria ir a la verbena y en carnaval ir al baile. Tenía infinidad de sueños. La niña se hizo mujer y tuvo muchas amigas, pero una en especial. Eran casi vecinas y juntas iban a coser.

Era una chica estupenda y amiga de sus amigas. Si necesitabas algo allí estaba ella.
Era cariñosa, amable con los demás, un poco tímida pero la amiga era igual. La amiga se puso novia y al poco tiempo casó.

Han pasado muchos años y en un curso de lectura nos hemos vuelto a encontrar.
Hacemos nuestras tareas en una buena armonía y hablamos de muchas cosas que de jóvenes hacíamos. Todo esto que yo cuento, lo cuento de corazón, pues es una buena chica y lo digo de verdad, con todo el cariño del mundo.

Aún no he dicho su nombre, pues en breve lo sabréis. Es buena, cariñosa, amable, caritativa y estupenda. Esta amiga se llama María Jesús.

También tengo un buen amigo que juntos el curso hacemos. Además vamos al baile y al campo a merendar, vamos con varias parejas y no lo pasamos mal. Unos dicen varios chistes y así pasamos el día en la huerta de esa niña que se hizo ya mujer.

Este amigo se llama Ángel y tiene buen corazón. También es muy cariñoso y amable con todo el mundo, es generoso aunque diga lo contrario. Tiene una esposa estupenda y dos princesas preciosas.

De los amigos que tengo estos dos son especiales, esto no lo digo yo, lo dice mi corazón. De esa niña que hablo creo que la conocéis, pero por si acaso tenéis duda Manola ella se llama y hace el curso con vosotros, con alegría, ilusión y muchas ganas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por su comentario.